La inversión por objetivos vitales

Decía Séneca que “ningún viento es favorable para quien no sabe donde va”. Saber lo que queremos en la vida o cuáles son nuestros objetivos no siempre es tarea fácil, pero si vamos separando nuestras necesidades por importancia, desde lo más básico hasta nuestros últimos deseos (o sueños), es posible que terminemos convirtiendo en sencilla la difícil tarea de invertir nuestros ahorros.

Te recomiendan diferentes activos financieros en función del importe de la inversión y del perfil de riesgo

Generalmente en España cuando tienes un dinero y solicitas asesoramiento financiero, lo primero que te piden es cumplimentar un test de idoneidad que definirá tu perfil de riesgo. Posteriormente te recomiendan diferentes activos financieros en función del importe de la inversión y del perfil de riesgo. Esta forma de invertir, además de ser muy difícil de controlar, seguir y predecir, solo se ajusta a un objetivo (conservador, prudente, agresivo…), pero la realidad es que todos tenemos diferentes y variados objetivos en nuestra vida.

Si planteamos nuestras inversiones en función de nuestros objetivos, cada uno de ellos podrá tener un perfil de riesgo diferente. De este modo, empezamos por analizar lo más básico, que es tener resueltas nuestras necesidades anuales, es decir, comer bien, normalmente cubiertas con nuestros ingresos, pero si dependiésemos de nuestros ahorros, éstos deberían de ser fácilmente accesibles (líquidos) e invertidos con un perfil conservador.

Si te sobran ingresos o ahorros, deberías preparar un “colchón” (entre 3 y 5 veces tus necesidades anuales) para cubrir los imprevistos, invirtiendo con un perfil prudente que te permita dormir bien. Si una vez cubiertas estas necesidades eres de los afortunados que todavía tiene ahorros, deberías mirar al largo plazo, invirtiendo de forma decidida, pensando en ti (por ejemplo tu jubilación) y en los tuyos (por ejemplo la educación de tus hijos), lo que te ayudará a reducir preocupaciones y mantener tu cabeza tranquila.

Tener la cabeza tranquila te libera para pensar también en los demás

¿Y el resto? El resto, si queda, debería estar invertido de forma agresiva. Tener la cabeza tranquila te libera para pensar también en los demás (esto depende de cada uno), no solo en el futuro de tus hijos cuando ya no estés, sino en el futuro del mundo en el que vivimos, permitiéndote también tener tu corazón tranquilo. 

Invertir a largo plazo aporta la posibilidad de asumir otros riesgos e incluir activos alternativos, no tan líquidos como la mayoría de fondos, que finalmente pueden darte un extra de rentabilidad, mayor diversificación y descorrelación en tu cartera.

Este planteamiento sencillo y generalista, que cambia según los objetivos personales de cada uno, te puede ayudar a definir tu política de inversión, que tendrá una distribución de activos única (suma ponderada de los diferentes perfiles), que te facilita el control y seguimiento de tus inversiones, así como realizar ajustes tácticos cuando se desvían los pesos por motivos de mercado. Pero lo más importante es que puede llevarse a cabo fácilmente, teniendo todos tus ahorros invertidos (nada debajo del colchón), preferiblemente en fondos (aportan diversificación, profesionalidad de gestión, capacidad de negociación, liquidez, ventajas fiscales…) y de forma diversificada (por tipo de activo y área geográfica).

AUTOR: Álvaro Chocano 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *