“Si pasan las hormigas… ¿Por qué no vamos a pasar nosotros?”

Después de un mes en esta zona rural de Chinandega empezamos a entender mejor el modo de vida de las gentes que viven aquí. Por ejemplo, hemos descubierto que a pesar de vivir en uno de los núcleos de población principales de la comarca, somos afortunados por disponer de un suministro de agua continuo.

Nuestro barrio es el único de los 5 que conforman 5 Pinos al que la municipalidad abastece con agua… 45 minutos a la semana. Y eso que el año pasado fue un buen año para las lluvias. En ese plazo se procura llenar el depósito principal que Juan ha construido en la casa, y todos los bidones y barreños que tiene distribuidos por el patio. Como con esto no llega, además tenemos un pozo del que proviene la mayor parte del agua que consumimos, y que se extrae todas las noches con una bomba que supone un gasto extra de electricidad para la casa.

Iniciativas como Microwd genera una estructura productiva que amortigua los contratiempos del clima

¿Qué hace el 90% de población restante? Algunos tienen pozo propio, y el resto acude a los pozos comunes, en los que es frecuente ver mujeres bombeando a mano para llenar sus cubos. La ropa se lava en los arroyos cercanos, que en esta época del año apenas ya tienen caudal.

La mayoría de la población carece de un empleo estable y eso hace tan necesario el impulso que, iniciativas como Microwd, dan al emprendimiento local, generando una estructura productiva que amortigüe los contratiempos del clima.

Ahora se vive de lo que se produce. Casi todos tienen gallinas. Pocos tienen la capacidad de adquirir un lechón para engorde y venta posterior. Casi ninguno puede mantener vacas, a las que hay que llevar por los “potreros” diariamente en busca de agua y pasto. Los animales suelen andar sueltos para que se busquen la vida y vayan comiendo de lo que se encuentran por ahí, pues no hay dinero para pienso.

Las familias siembran ayote y pipian (tipos de calabaza) en el patio de su casa. Alquilan una hectárea de terreno para sembrar, con las semillas que reservaron, el maíz y frijoles que consumirán a lo largo del año. Y poco más.

Todos los niños están escolarizados

El resto es buscarse la vida: yendo a trabajar a El Salvador o, si se consiguen los papeles, a Costa Rica, vender tajaditas, tostones o tamales, comerciar con ropa usada, o si se dispone de algo de dinero, adquirir algo de mercadería para instalar una pequeña pulpería en la puerta de su casa.

Los niños están todos escolarizados, gracias en parte a que el gobierno entrega a cada niño saquitos de arroz, frijoles, y algo de aceite para que en sus casas les preparen la comida. En épocas de escasez ese es un

suministro clave para la subsistencia familiar. La administración provoca sentimientos encontrados: por un lado, el partido en el gobierno, el FSLN, se preocupa de las necesidades básicas de la población, pero al mismo tiempo la corrupción a distintos niveles está en boca de todos.

Como españoles no podemos presumir demasiado en este tema, aunque no dejó de llamarnos la atención encontrar 42 funcionarios de brazos cruzados en una minúscula alcaldía de la zona, que además cambiaban el color del polo de su uniforme según el día de la semana. “Es que somos un equipo dinámico”, nos dijeron al preguntarles.

Ahora que hablar de “resiliencia” se ha puesto tan de moda en nuestras tierras, este pueblo trabajador y decidido a prosperar, nos ha mostrado el auténtico significado de la palabra a través de su día a día.

Los nicaragüenses tienen un dicho que resume esa voluntad y confianza en el futuro: “Si pasan las hormigas… ¿Por qué no vamos a pasar nosotros?”

 

AGUSTÍN MEDINA

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