Durante siglos se ha luchado por la defensa de un Estado a favor de los derechos de los individuos. Estado que debería marcar las directrices para la defensa, el derecho y el bienestar de sus ciudadanos. No voy a realizar un recorrido histórico anunciando las contribuciones y los logros conseguidos hasta aquí, pero sí que voy a recoger algunos autores que nos ayuden a comprender el impacto social de las ESFL.
Los inicios: El pacto social de J.J. Rousseau (1712-1778)
Da los primeros pasos hacia la concepción de sociedades cooperativas y el papel preponderante de los Estados en la defensa de sus ciudadanos. Ya asumía entonces que la economía y los Estados generaban desigualdades sociales. En el pacto social manifiesta:
Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con la fuerza común la persona y los bienes de cada asociado, y por la cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y permanezca tan libre como antes.
[…] que el pacto social establece entre los ciudadanos una igualdad tal, que se comprometen todos bajo las mismas condiciones y, por tanto, deben gozar todos de los mimos derechos. Así, por la naturaleza del pacto, todo acto de soberanía, es decir, todo acto auténtico de la voluntad general, obliga y favorece igualmente a todos los ciudadanos.
Asociacionismo civil de Alexis de Tocqueville (1805-1859)
Bautizado como uno de los fundadores de la ciencia social moderna, en su libro La Democracia en América recoge que el desarrollo del asociacionismo civil, valedores y garantes del único y verdadero bienestar general, constituye un activismo social autónomo y saludable capaz de enfrentarse y limitar el poder de los Estados. Considera vital la construcción de una sociedad civil activa para contrarrestar los efectos de los poderes estatales paternalistas. Estima a las asociaciones civiles independientes como base para el progreso y desarrollo.
La socioeconomía de Amitai Etzioni (1929)
El sociólogo fundador de la socioeconomía, nueva disciplina que trata de unir la economía con otras ciencias sociales, a través del pensamiento comunitarista, comienza a desarrollar esta nueva disciplina que pretende explicar las dimensiones sociales de los procesos económicos. Trata de buscar el equilibrio entre Estado, comunidad y sector privado. La comunidad la define como:
[…] mediante dos características: la primera, una oleada de relaciones cargadas de afecto entre un grupo de individuos, relaciones que a menudo se entrecruzan y se refuerzan recíprocamente (antes que meras cadenas de uno a otro o una cadena de relaciones individuales); la segunda, una cuota de compromiso con un conjunto de valores compartidos, normas y significados, así como una historia y una identidad compartidas, esto es, es una palabra, con una cultura.
La sociedad no es un cuerpo homogéneo sino una comunidad que se compone de otros subgrupos o comunidades a los que pertenecen los individuos, los cuales, a su vez, no pertenece a un único grupo.
[…] respeta y defiende el orden moral de la sociedad de las misma manera que harías que la sociedad respetara y defendiera tu autonomía.
Trata de buscar un equilibrio que proporcione el bienestar poniendo como referencia al individuo, dando prioridad a la cooperación responsable.
AUTOR: Pedro Santana Torres