Decía Séneca que “ningún viento es favorable para quien no sabe donde va”. Saber lo que queremos en la vida o cuáles son nuestros objetivos no siempre es tarea fácil, pero si vamos separando nuestras necesidades por importancia, desde lo más básico hasta nuestros últimos deseos (o sueños), es posible que terminemos convirtiendo en sencilla la difícil tarea de invertir nuestros ahorros.