El gobierno español, a través de Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), lleva casi 20 años dando microcréditos en regiones desfavorecidas de todo el planeta. Lo hizo primero a través del Fondo para la Concesión de Microcréditos y desde 2008 a través del Fondo para la Promoción del Desarrollo (FONPRODE).
Este nuevo fondo tiene como misión según la ley que lo regula: “la erradicación de la pobreza, la reducción de las desigualdades e inequidades sociales entre personas y comunidades, la igualdad de género, la defensa de los derechos humanos y la promoción del desarrollo humano y sostenible en los países empobrecidos”. Una finalidad encomiable que realizan parcialmente mediante la concesión de microcréditos.
Nuevos negocios contra la desigualdad
Así, el diario El País se hacía eco hace un tiempo de esta labor de la cooperación española mediante un fotorrelato titulado “Nuevos negocios contra la desigualdad”, en él se nos contaban historias de mujeres ecuatorianas como Gertrudiz Garcés, una repostera que necesita un horno para un negocio de asado de pollos que pretende montar con estos fondos. Tal y como indica el artículo, las entidades colaboradoras de AECID “están realizando los estudios pertinentes y así decidir cuál será la dotación económica, los materiales o las herramientas con las que proveerán a cada una”. Estas mujeres de Ecuador nos recuerdan mucho a nuestras prestatarias, teniendo sueños e ilusiones que cumplir mediante un microcrédito.
Los microcréditos también empoderan a los inversores.
Como es natural somos unos firmes defensores de los microcréditos, creemos que es un instrumento muy efectivo para romper con el círculo de la pobreza que asola a los países del Tercer Mundo. No obstante, también creemos en la intervención directa, así como que los microcréditos no sólo deben servir para empoderar a las prestatarias, sino también a los inversores mediante la posibilidad de ayudar directamente a quienes ellos elijan.
Así, cuando los Presupuestos Generales están dotando de fondos a FONPRODE (en 2017 la dotación asciende a 375 millones de euros), lo hacen para que mediante este fondo se aporten préstamos, créditos o líneas de crédito, a entidades financieras locales para la concesión de microcréditos. No se dota de dinero a mujeres necesitadas para sus negocios, se dan préstamos de millones de euros a instituciones tales como el Banco de la Microempresa SA en Perú, o el Banco de Comercio Exterior de Colombia, para que sean estos quienes los deriven a los microcréditos.
Creemos en el modelo de microcrédito como posible solución a la pobreza.
No ponemos en duda el hecho de que una agencia pública española, conceda dinero a bancos en países en vías de desarrollo para microcréditos, sea quizá la mejor salida que ha encontrado el gobierno español para canalizar estos fondos. Nosotros creemos en otro modelo, el nuestro pero no sólo nuestro, también es el de Kiva, Zidisha y otros tantos proyectos a nivel mundial que han apostado por el microcrédito como posible solución a la pobreza.
Nosotros creemos en que el pequeño inversor pueda saber a quién va su dinero, que pueda hablar con ella si así lo desea, que elija en función de sus preferencias el negocio por el que quiere apostar, así como que obtenga un retorno justo que le permita seguir ayudando a quien más lo necesite. No somos una agencia gubernamental prestando dinero a otra agencia gubernamental, somos un proyecto que conecta personas con personas.
Porque tú inversión es su cambio ¿Te unes?