Siempre os solemos contar los casos de éxito, esos en las que las emprendedoras han pedido un crédito, han empleado bien el dinero, han obtenido beneficio y su negocio ha salido adelante. Son los que nos hacen sentir orgullosos, esos en los que comprobamos el impacto real de nuestro proyecto.
Sin embargo esta vez vamos a hacer algo diferente. Te vamos a contar la historia de Gladis Celi desde el comienzo. Hace apenas tres meses que Gladis pidió un primer préstamo para su negocio de productos agroquímicos. Lo interesante de contarte la historia desde el principio es ver como crece realmente el negocio de una emprendedora tras pedir un préstamo. Y no olvidar las dificultades por las que tiene que pasar.
Los primeros dólares los ha invertido en comprar stock
El negocio de Gladis es una casa de ladrillo rojo de la que cuelga un tímido papel blanco con una lista de los productos que vende. Por ello no es extraño que en estos primeros meses una se las inversiones que tiene en mente sea un rótulo que pueda verse desde la carretera.
Los primeros dólares los ha invertido en comprar stock. Envases de veneno y fertilizantes, herramientas para el agricultor, bombas, machetes… Productos que venden a los pequeños productores de la zona de San Pedro del Norte y de algunas zonas de Honduras.
El marido de Gladis es agrónomo y agricultor
El esposo de Gladis le ayuda bastante en el negocio puesto que es agrónomo y agricultor. Además de apoyar a su mujer en el negocio, da charlas a otros productores de la zona y los asesora en materia agrícola.
Gladis y su esposo son ante todo emprendedores. Nos cuentan que vieron la oportunidad de emprender una tienda de este tipo después de analizar su entorno y comprobar que prácticamente ningún negocio ofrecía lo que ellos iban a ofrecer. Y lo mejor de todo ¡existía una evidente demanda!
Sus objetivos a medio plazo son ampliar el espacio del negocio. Puesto que almacenan productos de relativa peligrosidad nos cuentan que una de sus principales prioridades es mejorar el almacenaje de los mismos.
El negocio de Gladis es uno de esos que nos sirve de ejemplo para comprobar que “nuestro círculo de influencia” no se queda en un mero concepto teórico, sino que realmente existe. Y que los préstamos no solo influyen en el entorno más inmediato de la emprendedora (su familia) sino que el aporte a la comunidad y al desarrollo económico de las zonas rurales es más que evidente.