Escuchamos casi cada día el concepto nini (personas que ni estudian ni trabajan). Quien piense que este concepto es actual debería repasar a Sócrates:
”La juventud de hoy ama el lujo. Es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores, y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran al cuarto. Contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran en la mesa los postres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros”.
Estamos hablando de hace 2.400 años y, sin embargo, suena actual. La pregunta siguiente sería: ¿en qué sociedades aparecen los ninis? Bien fácil, en las sociedades que pueden permitírselo, es la prosperidad la que trae al nini, es la alternativa de poder no trabajar la que lo crea, el nini no trabaja porque no lo demande, sino que no trabaja porque tiene la oferta de no hacerlo, de amar el lujo que diría Sócrates. Paradójicamente es un orgullo de nuestros padres poder tener una sociedad con ninis, ellos han conseguido esta prosperidad, no Greta, por cierto.
Las empresas deberían tener terror a perder el talento de sus empleados
¿Cómo deberían afrontar esta situación las empresas? Humanizando a sus empleados. Antes el trabajador tenía terror a perder su empleo, había mucha necesidad de emplearse, sin embargo, ahora deben ser las empresas las que tengan terror a perder su talento; Facebook no compite con Twitter por sus ingenieros sino que compite con que su programador ahorre un año y viaje otro año, compite con que su ingeniero haga un MBA y redirija su carrera, se haga diseñador gráfico, aprenda alemán con una APP y se vaya a vivir a Berlín, o trabaje para una empresa berlinesa sin tener que ir a Berlín, o se vuelva a casa de sus padres, sin más, a disfrutar de la vida contemplativa. Aristóteles pensaba que el estado ideal de una persona es la vida contemplativa, y por tanto, ser un nini.
Y Ana Patricia, que es la más lista de la clase, y hace poco más de un mes convenció a sus accionistas (shareholders) que la base del éxito no era beneficiarles sólo a ellos sino a todos los grupos de interés alrededor (stakeholders). Y como stakeholders el Santander necesita ser el lugar donde la gente quiere trabajar. Deben adaptar sus horarios a los empleados, adaptar los puestos de trabajo para que el empleado crezca profesionalmente y si el empleado no quiere llevar corbata roja, que lleve chanclas como aquel Zuckerberg tan magistralmente llevado a la pantalla en La red social de Fincher.
Ahora todo es más fácil, más accesible y más barato
Por último, en el orden de preferencias para un millenial estaría el salario y se entiende de manera sencilla porque ahora todo es más fácil, más accesible, más barato. El primer Motorola valía 3.995 USD en 1983, lo que serían alrededor de 10.000 USD hoy, si ajustamos el IPC, ahora compras un HUAWEI espectacular por 179 euros; la tecnología no la disfrutan los Yuppies ni quien llega a la cima sino el 85% de los españoles.
Hace 100 años en España veraneaba el cabeza de familia, hace 70 viajaban los padres, hace 40 empezaron a viajar las familias y a disfrutar de vacaciones pagadas, ahora cualquier chaval coge un Easyjet de 100 euros y conoce Praga sin pensar que conocer Praga era un lujo hace bien poco, sin pensar que es un nini. Cuesta entender que Amancio Ortega y el 85% de la población tenemos el mismo número de teléfonos móviles, uno.
Sin medios de producción que controlar lo que prevalece es el talento
Finalmente, me gustaría hablar de los retos que supone esta prosperidad tan inimaginable hace 100 años, cuando el 90% del planeta vivía en extrema pobreza. El reto es humanizar a quien desea combatir, a quien desea delinquir, a quien desea abusar; humanizar a la empresa que fabrica deshumanizando, humanizar al jefe que habla mal al empleado, humanizar al director siendo un humanizado accionista, y por supuesto humanizar a las empresas en toda su cadena de valor o los empleados rotarán sin parar y les saldrá mucho más caro a esos a los que Friedman, Premio Nobel de Economía de 1976, pensaba que tenía únicamente que beneficiar, a los accionistas.
Ya sin medios de producción que controlar, como indica Zizek, lo que prevalece es el talento, el saber hacer y los datos. La dialéctica del amo y el esclavo se ha superado y ahora los esclavos aprenden a programar por 34.99 € con una línea de Jazztel y 200 € de un ordenador comprado en Wallapop. Hemos batido a Hegel el mismo día que batimos a Friedman pero… ¿cuál es nuestro sino más allá de que el alumno supere al maestro?
AUTOR: Alejandro de León Moreno [CEO Microwd].
IMAGEN PORTADA: Chartis Tesis – Flickr.