Círculos viciosos y virtuosos en economía
El concepto de desarrollo y pobreza ha sido evidentemente un tema popular entre los economistas. Para Ragnar Nurske, economista estadounidense experto en desarrollo económico del siglo XX, en la economía existe un círculo vicioso que explica el subdesarrollo como una “constelación circular de fuerzas que actúan para mantener a un país pobre en estado de pobreza”. Esta Teoría del Círculo Vicioso de la Pobreza se compone de cuatro factores, según Cuevas J., Fontela, E: falta de inversiones privadas o públicas, estancamiento económico, renta insuficiente y escasez de ahorro.
Al no haber inversiones productivas, no se generan bienes y servicios y, por tanto, no existe crecimiento económico, lo que imposibilita el aumento de sueldos y salarios o de beneficios empresariales. Esta situación hace que los pobres destinen “sus ahorros íntegramente al consumo, por lo que no tienen ninguna capacidad de ahorro ni de inversión, lo que a su vez limita las posibilidades de incrementar su renta futura”. La imposibilidad de ahorro hace imposible la financiación de inversiones productivas y sólo puede solventarse con una inyección de capital externa.
El microcrédito rompiendo el círculo vicioso económico o círculo vicioso de la pobreza
En primer lugar, las instituciones de microcréditos suponen una visibilización del problema de la pobreza, frente a la invisibilización del fenómeno, que es uno de los grandes retos en la lucha con él. Es sorprendente: “la tortura de un solo individuo despierta la indignación de la opinión pública […], pero la muerte de más de 30.000 niños por día por causas fundamentalmente prevenibles pasa inadvertida”.
Joseph Schumpeter en su obra Teoría del Desenvolvimiento Económico sostiene que para conseguir el desarrollo son fundamentales dos conceptos: el de empresario y el de crédito. El empresario consigue el desarrollo gracias a una “transferencia temporal de poder adquisitivo”.
El problema como hemos dicho es la imposibilidad de acceso de estas personas al sistema crediticio, muchas veces por falta de historial crediticio que les impide ser aceptados en la banca tradicional. La institución microfinanciera puede ser el primer paso para reconstruir su historial crediticio previamente inexistente que en el futuro puede abrirle las puertas a el sistema financiero común.
El círculo vicioso se transforma en uno virtuoso
El microcrédito se introduce como una inversión productiva dentro del círculo, como una suma de dinero para ser aplicada “a capital de trabajo o la compra de pequeñas máquinas”. Esto hace que se elimine el estancamiento económico, y sobre todo, que las personas puedan obtener rentas y ahorrar, no sólo consumiendo para sus necesidades básicas. El círculo vicioso se transforma por tanto, en uno virtuoso.
Nurske siempre defendió que además de un círculo económico vicioso, había otros relacionados con otras áreas en los estados pobres, recalcando la idea de una pobreza no sólo económica. En efecto, las microfinanzas nunca serán útiles por sí solas para romper los círculos viciosos no económicos, que son dos y coexisten con el económico: el círculo vicioso cultural, y el círculo vicioso demográfico.
En primer lugar, el círculo vicioso cultural se relaciona con una carencia educativa que impide el desarrollo y un subdesarrollo que impide la propagación de la cultura. De otra parte, el círculo vicioso demográfico se relaciona con una alta natalidad y una sobrepoblación que producen miseria y una miseria que impide controlar la natalidad. Es aquí donde encuentra validez la idea de que las microfinanzas por sí solas nunca solventarán el problema de la pobreza.
La relación de los microcréditos con el empoderamiento
Sin embargo, los microcréditos se han relacionado mucho con el concepto de “empoderamiento”, individual y colectivo, de personas y grupos excluidos y empobrecidos”. El empoderamiento femenino hace que se fortalezca el género, mejorando su autonomía, y una mejor posición de igualdad de sexos. Por empoderamiento, tomamos el concepto de Amartya Sen, en cuanto a proceso por medio del cual una persona toma conciencia de “sus propios intereses y […] como […] se relacionan con los intereses de otros, con el fin de participar en la toma de decisiones de las que se encuentra excluidas, desarrollando […]habilidades y capacidades necesarias que les permitan un control razonable de sus vidas sin infringir los derechos de los otros”.
Esto hace del microcrédito “un instrumento de cierto potencial en la lucha contra algunas dimensiones de la pobreza”, sobre todo en el sentido de sus implicaciones culturales, pues al conceder el crédito a una persona, se le da credibilidad. Todo ello contribuye a su autoestima, su valor social, su reconocimiento como persona aliviando aspectos de la pobreza no relacionados con la renta, si no con la dignidad. En este sentido, el microcrédito rompe el círculo vicioso cultural y quizás demográfico.