Me llamo Leire Caballero, y soy voluntaria en Nicaragua. Nunca había imaginado que cuando le dije a Alejandro, el fundador de Microwd, que quería venir a Nicaragua, iba a tardar tan sólo unos meses en llegar aquí. Llegué el 1 de octubre, y desde entonces he estado trabajando sin descanso para conocer la realidad de las mujeres a las que financia Microwd. Quiero usar esta herramienta para contaros mi experiencia en Nicaragua. Así que ahí voy con mi primera crónica desde Chinandega.
El sábado me recogieron en la frontera de Honduras con Nicaragua y me trajeron a Nancital, una pequeña comunidad de la región de Chinandega donde ADENOCH tiene su oficina. Antes de llegar fuimos a ver el partido de béisbol, que ya había empezado y en el que estaba jugando el equipo de ADENOCH (spoiler: ganó ADENOCH). Aquí el béisbol es incluso más popular que el fútbol y muchas personas acuden a apoyar a sus equipos en los partidos.
Después me llevaron a mi actual casa, en la que vivo con una familia de muy pocos recursos, en una casa muy básica, y en el que las habitaciones ni siquiera tienen puerta y la ducha es un biombo en el patio con un cubo de agua. Tengo 5 hermanos aunque aquí sólo viven cuatro chicos y la hija de la quinta hermana (que está en Costa Rica). Gerardo, Juana, Gerardo (hijo), Jimmy, Eduar, Joniel y Angeli son encantadores y siempre se preocupan por mi.
La comida es muy básica, los ingredientes principales son plátano, frijoles, arroz, huevos y a veces algo de carne, y por supuesto, tortillas de maíz. En cualquier caso se las ingenian para cocinarlo de diferente manera y siempre está riquísimo.
El lunes comencé con mi labor sobre Microwd. En pocos días he conocido mujeres que van a pedir un crédito, algunas que están teniendo ya uno, incluso algunas que van por el tercero o el cuarto. Es conmovedor oir como estas mujeres luchan para salir adelante y tienen la ambición de prosperar en sus negocios a pesar de las dificultades, para poder darles una mejor alimentación a sus familias y una mejor educación a sus hijos.
En estas pequeñas comunidades, la gente se conoce y se recomiendan unas mujeres a otras, o son recomendadas por los propios líderes de cada comunidad, siempre con un sentimiento de responsabilidad y de comunidad. Este sistema funciona muy bien hasta ahora y las mujeres conocen la importancia de que todas ellas gestionen los créditos correctamente.
La vida en la comunidad es tranquila, no hay mucho para hacer pero hasta ahora no me ha dado tiempo a aburrirme entre conocer a toda la familia, jugar con los niños, enseñarles a usar el ordenador y aprender un montón de cosas nuevas.
Es increíble como personas con tan pocos recursos son capaces de preocuparse por hasta pequeños detalles y como hasta los niños más pequeños lo comparten todo.
Definitivamente, tenemos mucho que aprender de estas personas.
Microwd – Tu inversión, su cambio.