Diecisiete años eran los que tenía Karla cuando entendió que los sueños se tienen que trabajar, porque si no, se quedan en sueños. Por eso, a esa corta edad, decidió abrir su primer negocio, una empresa de entretenimiento en la comunidad de Champotón. Lo bautizó como “La fábrica de sueños”, en homenaje a ese pensamiento que le hizo empezar.
Para ese momento Karla estudiaba la carrera en turismo y estaba independizada de sus padres. Aunque pasó por problemas económicos que la hicieron dejar su carrera, pudo superarlos y volver a matricularse gracias al apoyo de su familia. Siempre le decían “estudia, tienes que ser alguien en la vida”.
Tenía dos hijos, estudiaba, trabajaba y llevaba un negocio
Tres años después, a sus veinte años, quedó embarazada de su primer hijo, Silvestre. Y, un año y medio más tarde, quedó nuevamente embarazada de su hija Karla, a quien decidió llamarla igual que ella. En vez de cambiar su trayecto de vida, Karla decidió seguir con sus estudios, imagino que por esa misma razón que le decían sus padres… para ser alguien en la vida. Su hija, Karla, nació prematura. Fue un embarazo complicado. Sus profesores de la universidad la ayudaron en todo el proceso ya que, como dice Karla, cuando se tiene la disposición a ayudar, las personas también ayudan de vuelta. A ambos, a Silvestre y a Karla, los llevaba con ella a las clases durante los primeros meses. Tenía dos hijos, estudiaba, trabajaba y tenía un negocio. Y así se graduó.
Su padre era maestro y su madre era comerciante en turismo. Desde pequeña siempre le gustó trabajar y buscar la forma de conseguir dinero. Su primer trabajo fue con su tío, vendiendo collares en la playa. Siempre siguió el ejemplo de su madre, admira el hecho de que siempre siguió trabajando y nunca se dió por vencida. Y sin duda, Karla será un ejemplo para sus hijos, Silvestre y Karla. No solo por el hecho de lograr todo lo que ella ha logrado, sino también por superar todas los retos que la vida le ha puesto y afrontarlos de la mejor manera.
Para poder ganar más, tengo que invertir más
Antes de conocer MICROWD, daba clases de inglés y de turismo en la universidad de Champotón los fines de semana y en un Kinder todos los días. Pero, al llegar la pandemia de COVID-19 decidió que necesitaba otro negocio para hacer más dinero. No tenía capital pero pensó: “para poder ganar más, tengo que trabajar e invertir más”. Por eso se animó a pedirnos un crédito en MICROWD y fundar un restaurante llamado “El Champotoncito de mi Corazón”. No se arrepiente, ya que, palabras textuales de Karla “fue la única manera de encontrar las cosas que necesito”. Y por “cosas” se refiere a dinero, estatus, tranquilidad y seguridad para ella y su familia. En MICROWD, con “El Champotoncito”, ha generado cuatro empleos y ha incrementado sus ingresos un 100%. En el 2020, sacó un primer crédito de 800€, con el que pudo iniciar la renovación del local. La inauguración salió en la televisión local. En el 2021, tras haber cancelado anticipadamente el crédito, solicitó un segundo crédito para iniciar la segunda fase de la reforma.
Karla no se queda ahí. No le basta con ser fundadora de uno de los restaurantes más renombrados de la comunidad y ser maestra de niños y universitarios. A día de hoy, Karla está solicitando ya su tercer crédito de 5.500€ ya que, después del éxito de la apertura, quiere continuar con la remodelación de la cocina para mejorar el área laboral y la calidad de los productos, y así poder atender a más clientes. También está empezando con su negocio de disfraces y tiene planeado manejar las cuentas de redes sociales de otras empresas. Para ella un negocio es como un bebé: “primero tienes que hacer que nazca, tienes que darle atención y dedicarle tiempo, tienes que dejarlo solo y tener la seguridad de que estará bien aunque no estés… pero siempre será tu hijos y tendrá tu esencia”.
“MICROWD te enseña qué es un crédito y para qué sirve: los créditos son para que puedas crecer tu negocio. Te dan seguridad de seguir pagando. Te entienden, te enseñan y te dan facilidades para continuar”.
Camila Canova