El PIB es un indicador económico que sirve de medida del desarrollo de un país. Señala la evolución, análisis y estado de la economía, a la par que es utilizado como herramienta para la toma de decisiones en la política económica. Como índice indiscutible rinde pleitesía a las cifras midiendo el progreso, el desarrollo económico y de bienestar social.
Desde hace décadas este indicador estándar de comparación internacional viene presentando carencias. La insuficiencia del modelo para medir ciertas magnitudes relevantes en el entorno de desarrollo macroeconómico como: la seguridad, el medioambiente, la sostenibilidad, sanidad y salubridad, desigualdad, educación, cohesión social, esperanza de vida, conectividad social,…hacen que el mismo haya perdido peso como instrumento fetiche de medida del desarrollo y progreso ya que, la expansión del ingreso no debe ser la única magnitud y factor de crecimiento y progreso de las sociedades.
Una situación diferente requiere de una estrategia diferente.
Ya no es cuestión de enfrentar las ventajas e inconvenientes del modelo y utilizarlos como coralarios para perpetuar su uso, tampoco vale enumerar sus límites, sólo cabe adaptar e incorporar al indicador nuevos parámetros que sean capaces de reflejar sin ambigüedades la nueva realidad económico social. Se necesita de un cambio metodológico, de una revisión que considere dimensiones hasta ahora obviadas por el culto cuantitativo y apostar por desarrollo económico equilibrado, donde la magnitud cualitativa pueda ser tenida en cuenta.
La riqueza de las naciones ya no sólo depende de su capacidad de generación y acumulación sino también de la habilidad para proporcionar a sus ciudadanos un desarrollo sostenible, de calidad y bienestar, de respeto al medioambiente, salubre, de equilibrio y equidad social.
El Índice del Desarrollo Humano (IDH)
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) consciente de estás limitaciones; afirmando que un mayor desarrollo económico no garantiza un mayor bienestar social; realiza, desde 1990, el Informe para el Desarrollo Humano donde recoge estas preocupaciones. El enfoque, conceptualizado como “Desarrollo Humano” y expuesto por el economista pakistaní Mahbub Ul Haq, que en ese momento era consultor especial del PNUD, utiliza el modelo teórico de Amartya Sen para producir un índice que tiene en cuenta otras dimensiones del desarrollo. Como dice Amartya Sen:
”…El Desarrollo Humano se preocupa no tanto por los productos y bienes que se tienen sino el tipo de vida que tiene la gente; cuánto vive, cuán bien vive, si sufre mala salud, si son analfabetos.”
Es decir, que los ingresos cuentan, pero como un factor más, no como factor decisivo de desarrollo. Trata, por tanto, de centrar como eje fundamental del desarrollo a las personas, no el crecimiento del PIB per cápita.
Dimensiones del IDH
El PNUD señala en su medición del desarrollo humano que el Índice de Desarrollo Humano (IDH) está compuesta por tres dimensiones básicas:
1.- La esperanza de vida
2.- Los años promedio de escolarización y los años esperados de escolarización
3.- El ingreso nacional bruto per cápita
Porque tu inversión es su cambio. ¿Te unes?