Cuando llegamos a México no podíamos ni imaginar la fortaleza de la que íbamos a ser contagiados. Esa fuerza por seguir adelante y apostar por hacer de lo ordinario lo extraordinario. Sobre todo cuando uno ya ha vivido en el país y cree que conoce todo. Ahora, siento que soy un instrumento de amor de todas esas mujeres extraordinarias.
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