Después de cinco meses viviendo en San Juan de Cinco Pinos, comienzo a comprender cuál es la situación social, económica y política en la que vive la gente de este rincón de Nicaragua. Para entender esta región he tenido además que conocer otros lugares del país, para así poder analizarlo con perspectiva y comparar.
La zona en la que he vivido este tiempo, es de los lugares más pobres y subdesarrollados de Nicaragua. La llaman El Corredor Seco, ya que pueden pasar meses sin que caiga una sola gota de agua. Económicamente, sus principales actividades son la agricultura y la ganadería, y por eso es tan importante que en los inviernos llueva. Cinco Pinos es un enclave rural al noroeste de Nicaragua en la frontera con Honduras, asentado en las faldas de la Cordillera Central. La población no suma más de 7.000 habitantes contando a todas sus comunidades. Está a 228 kilómetros de la capital, que se recorren en cinco horas en autobús, por lo que es difícil trasladarse hasta allí.
Mi oficina se encuentra en una asociación llamada ADENOCH, Asociación por el Desarrollo del Norte de Chinandega, en el asentamiento Nancital 2 del municipio vecino de San Francisco del Norte. Temprano en la mañana, uno de mis compañeros me recoge en su moto. Tras veinte minutos en carretera adoquinada y casi dos kilómetros por un camino de cabras, llegamos a la oficina. He de reconocer que en el día, este recorrido es mi momento de máxima felicidad. Aquí el clima es tropical, por lo que casi siempre a las ocho de la mañana el cielo y las montañas tienen un color muy puro, tonos muy saturados, y el camino se siente fresco por la vegetación y los ríos cercanos a la carretera. Lo mejor es ver a las familias saludándonos con sonrisas de alegría al pasar. No conozco a todas esas personas que vemos en el trayecto, pero las siento con familiaridad por estar dándonos los buenos días desde hace cuatro meses. En Nancital 2 viven alrededor de veintidós familias, relacionadas por parentesco entre si; los Andrade y los Álvarez. Sus casas son de adobe, cemento y láminas de zinc. Sus cocinas, lavaderos, duchas y letrinas están fuera de las cuatro paredes donde duermen.
En esta sociedad es el hombre el que dicta el destino de toda la familia
A las doce paramos para almorzar. Lo normal es que yo coma en casa de Lesber con sus padres. Él es mi mano derecha en el trabajo. Su madre, Paula, se ha convertido en mi abuela nica. Me mima y me da el cariño que sólo una abuela te puede transmitir. Esta familia es muy especial, diferente al resto de los vecinos de Nancital. Ellos creen en el sacrificio, en pensar más en su comunidad que en uno mismo o incluso que en su familia, trabajar duro y crecer profesional y personalmente. Como no es habitual, el trabajo en esta familia se distribuye equitativamente dentro y fuera de la casa, y están acostumbrados a escuchar a los demás sin tener en cuenta su ideología o sexo. Admiro más a esta familia ahora que conozco bien el contexto en el que viven. Ésta es una sociedad dominada por el machismo, en la que el hombre es el que dicta el destino de toda la familia.
Nicaragua tiene un sistema de salud y educación accesibles a todos de forma gratuita, aunque por desgracia aún no se pueden equiparar al resto de países latinos. Del mismo modo, si bien han llegado ciertos avances tecnológicos y mediáticos como internet o smartphones, desafortunadamente no han ido de la mano de una formación adecuada para su uso y posibilidades ya que se presupone un conocimiento innato al respecto.
Nicaragua es un país con un gran potencial y las mujeres tienen un papel esencial
Al trabajar en esta zona me he dado cuenta de que irónicamente, la ayuda asistencial del gobierno y las donaciones que históricamente ha recibido Nicaragua, han hecho que una buena parte de esta sociedad sea pasiva y permanezca adormecida. Son varias ya las generaciones nicaragüenses que han crecido acostumbradas a poner la mano para recibir, sin necesidad de hacer ningún esfuerzo a cambio. Mi experiencia me dice que el sacrificio y el trabajo constante dan valores al individuo y lo dignifican. Desafortunadamente, una buena parte de los nicaragüenses no están familiarizados con esta filosofía de vida.
Mi estancia y mi trabajo en Nicaragua me han hecho ver que este país tiene sin embargo un gran potencial. En esta tarea el papel de las mujeres es esencial, pues son ellas las principales encargadas de transmitir valores y educar a los jóvenes. Organizaciones como Microwd en las que el epicentro del proyecto son ellas, hacen posible este cambio día a día.
Azahara – Colaboradora de Microwd sobre el terreno.