Continuamos compartiendo nuestro viaje a la región de Chinandega. Como ya indicamos en la parte I, fue aquí donde nos reunimos con las beneficiarias de los microcréditos que Microwd concede exclusivamente a mujeres trabajadoras.
Creemos que es un buen hábito ir cada cierto tiempo a países en vía de desarrollo como Nicaragua. Así podemos vivir en primera persona las condiciones de vida tan duras que sufre la gente en tantos en todo el mundo. De todas las lecciones aprendidas que nos llevamos de nuestro viaje a Nicaragua, nos quedamos con la importancia (o como se refieren a sí mismos: “nicas” ) de “platicar”. Especialmente los nicaragüenses están abiertos a sentarse y hablar con cualquier persona que viene a llamar a su puerta, y no solo eso, cuando hablamos con las mujeres, nunca se rinden y no se cansan de sacar el lado bueno de todo.
Durante la estancia en Nicaragua, nos sorprendió la belleza de los paisajes. La naturaleza allí tiene vida propia. Y sin contar con esos detalles fruto de las condiciones que allí llevan, los fuegos de la cocina, los jardines de cada pequeña casita…todo era impresionante.
Pero al acercarnos a las mujeres y compartir vivencias, nos damos cuenta de que no quieren que nos dejemos engañar por lo espectacular que nos resultaba todo. Las incomodidades que tienen son problemas que en los países desarrollados ni siquiera se nos pasan por la cabeza. Por ejemplo, no hay servicio de recogida de basuras. Ni siquiera tienen un lugar destinado a tirar la basura dentro de sus comunidades. Esto provoca que sean ellos mismos los que tienen que acumularla y al cabo de una semana se ven obligados a quemarla. Saben que no es lo más indicado para su salud, ni tampoco para el medioambiente, pero no les queda otra alternativa.
Siempre se dice que en estos países la gente tiene un ritmo “caribeño” y tranquilo de trabajo, y en parte es verdad, pero es así porque no paran de trabajar en todo el día. Es el caso de una de nuestras beneficiarias de crédito, Migdalia, madre de un niño de menos de un año. Se levanta a las 6 de la mañana diariamente, limpia la casa (tarea cuya dificultad se multiplica por la falta de utensilios) y prepara alimento para los cinco miembros de su familia. Después, camina 45 minutos para llegar al pequeño cultivo que tiene de frijoles, recoge una pequeña cantidad y vuelve andando hasta su casa. Con la ayuda de su hermana, pelan los frijoles y se ponen a cocinar para toda la familia. Este es solo un ejemplo de los retos a los que se enfrentan las mujeres para algo tan básico como es dar de comer a sus familiares. Aunque le ha costado 6 horas hacer la cena, todavía le quedan muchas labores por terminar.
Gracias al crédito concedido por Microwd, esta mujer nicaragüense tuvo la oportunidad de comprar una vaca. A parte de la manutención que esta requiere, Migdalia estaba rebosante de alegría por el simple hecho de que sus hijos ahora pueden beber leche, y lo que sobra, lo dedica a hacer cuajada para venderla, con lo que consigue un dinero extra. Como la vaca estaba encinta, tiene pensado vender la carne de la madre, y quedarse con el novillo para poder cruzarlo y empezar a tener su pequeño ganado. De este modo podrá mejorar la alimentación de su familia. Ha podido ampliar sus fuentes de ingreso para poco a poco, mejorar las duras condiciones de vida de su familia y salir poco a poco de la pobreza en la que se encuentran.
El derecho a trabajar se reconoce como una de las normas fundamentales en la Declaración Universal de Derechos Humanos. En Microwd queremos darles a las mujeres nicaragüenses la oportunidad de poder trabajar para que ellas mismas se labren un futuro mejor.
¿Nos ayudas a conseguirlo?