Crónica desde Chinandega (IV)

Mi aventura por Chinandega se acaba, y aquí os traigo mi última crónica. Durante casi un mes he estado conviviendo con una familia de muy pocos recursos en la región de Chinandega. He tenido la oportunidad de conocer a muchas mujeres y familias que han sido o son beneficiarias de créditos de Microwd y de conocer cómo son sus vidas y su día a día.

Para mí, lo más positivo ha sido ver cómo estas familias entienden que Microwd es una herramienta de mejora.  Es decir, no es un préstamo que les ayude a “ir tirando” sino que en la mayoría de los casos, después de devolver el crédito hay una notable mejora en su calidad de vida respecto al año anterior. Muchas familias tienen un animal más del que obtener recursos o tienen más beneficios económicos a partir de una cosecha, una tiendita, venta de productos de horno o el negocio que hayan llevado a cabo. Esto les permite tener material escolar para sus hijos, zapatos más adecuados o cosas básicas que, de otra forma, no podrían tener.

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Los negocios a los que se dedican estas mujeres son muy variados. Algunas incluso obtienen beneficios de varias fuentes, como puede ser tener animales, vender vegetales e invertir en acopio de maíz para posteriormente venderlo. Cada negocio funciona de manera diferente y varían las necesidades según la época del año. Hay unos meses que son más adecuados para invertir en la cosecha de maíz y frijol (los alimentos más esenciales en esta región), otros para invertir en una pulpería (pequeñas tiendas de productos básicos para el hogar y alimentación) como por ejemplo ahora, antes de la época navideña.

En Chinandega, las mujeres necesitan más de un empleo para poder cubrir sus necesidades y las de su familia.

Sin embargo, los negocios que más me han fascinado son la compra de cerdas y vacas. Si una familia cuenta con una infraestructura en su casa en la que poder tener estos animales, su compra es realmente rentable para estas mujeres. Por ejemplo, una cerda que puede parir entre 6 y 15 cerditos periódicamente, resulta un buen negocio pues permite devolver el préstamo, y posteriormente seguir obteniendo beneficios de esa cerda, lo que hace que esta familia sea un poco menos pobre después de este préstamo.

Las vacas son otra buena opción, pues de ellas se pueden vender sus crías pero también aprovechar su leche y los productos derivados. De la vaca se obtiene leche, mantequilla para hacer productos de horno como rosquillas (riquísimas, por cierto), cuajada y algunos otros productos como queso crema que también suelen consumir.

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Además, estas mujeres son unas auténticas luchadoras, incluso algunas tienen un empleo (hay, por ejemplo, muchas maestras), que tienen que combinar con otros negocios para poder tener ingresos suficientes. Los salarios son muy bajos y raramente cubren las necesidades de las familias.

Desde Microwd, creemos que está en nuestra mano hacer el cambio. ¡Ayudemos a estas madres, amas de casa y trabajadoras a mejorar un poco su vida!

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